Ciudad reciclada

Ciudad Reciclada es un programa educativo desarrollado por el Centro León con los auspicios y colaboración de Fundación Propagas que responde al interés de propiciar diversos espacios y herramientas para el diálogo, la reflexión y la acción de los jóvenes con respecto al entorno y a su contaminación ambiental.

¿Qué es Ciudad Reciclada?

Ciudad Reciclada propicia una experiencia de aprendizaje con adolescentes y jóvenes estudiantes abordando problemas ambientales urbanos a través acciones de arte que reutilizan residuos sólidos. Se realiza con la participación de estudiantes y miembros de juntas de vecinos de territorios caracterizados por su alta vulnerabilidad ambiental, quienes se capacitan sobre el tema, aprenden técnicas de reciclaje y, con los desechos sólidos recolectados, realizan un proceso de arte público portador de un mensaje educativo.

Se trata de un proceso educativo desde la práctica vivencial: actividades, diálogos y reflexiones en su propio entorno, lo que favorece la integración efectiva de conocimientos.

Este programa se convirtió en una oportunidad para empresas e instituciones que desearon llevar esta experiencia a sus comunidades como parte de su responsabilidad social corporativa. Y en sus orígenes, el Centro León y la Fundación Propagas  encontraron la habitabilidad y el medio ambiente como punto común para colaborar.

Del proyecto Ciudad Reciclada junto a Fundación Propagas se realizaron  10 ediciones exitosas , entre 2010 y 2018, con el resultado de igual cantidad de murales en las paredes exteriores de los centros educativos, con materiales reciclados y mensajes de motivación ambiental:

  • Escuela Hermanos Miguel de la Salle. Santiago. Marzo 2010.
  • Colegio Dominicano de la Salle y Escuela Providencia. Santo Domingo. Octubre 2010
  • Colegio Lux Mundi. Santo Domingo. Octubre-noviembre 2011.
  • Colegio Babeque. Santo Domingo. Abril 2012
  • Colegio Carol Morgan. Santo Domingo. Marzo-abril 2013
  • Colegio Don Bosco. Santo Domingo. Noviembre-diciembre 2014
  • Instituto Politécnico Loyola. San Cristóbal. Diciembre 2015
  • Escuela Básica Perantuén. Santo Domingo Norte. Abril-mayo 2016.
  • Liceo Científico Dr. Miguel Canela Lázaro. Hermanas Mirabal. Octubre-noviembre 2017
  • Colegio Serafín de Asís. Santo Domingo. Junio 2018

Ciudad Reciclada: el sublime murmullo de los muros

Dra. María Amalia León
Presidente Fundación Eduardo León Jimenes y directora general Centro León

La experiencia Ciudad Reciclada ha sido para la Fundación Eduardo León Jimenes y para el Centro León una verdadera cantera de aprendizajes hacia nuevas formas de comunicación. Las artes son esencialmente encuentros: procesos de un creador con la materialidad de su propio ser; son invitaciones para iniciar el viaje del sutil asombro y exploración que todos, como arqueólogos de nuestras almas, construimos entre esa intimidad y cosmos exterior. Esa es la vitalidad de la obra de arte: su universalidad, ese lenguaje incluyente, democrático y reflexivo que nos conecta con el mundo que llevamos todos, y que nos enseña ese cada uno de nosotros que lleva el resto del mundo.

Ciudad Reciclada ha sido ante todo eso: un espacio de encuentros donde cada una de las propuestas participantes han sido realizadas desde la madrugada artística de un colectivo de espíritus reunidos en asamblea creativa. Ciudad Reciclada ha sido escenario y dirección de un cabildo en movimiento, desde cuya coreografía se transformaron desechos sólidos en arte, es decir, en vida. De las sobras a la obra, en cada una de sus ediciones los muros se convirtieron en canto de la tierra, en verticales sonatas y figuraciones cromáticas.

Construir una mejor nación implica la convivencia armónica con el medio ambiente, el reconocimiento y cooperación con toda forma o condición de vida, la navegación de las comunidades dentro del cauce de una conciencia ciudadana, que involucre a las artes a la dinámica social de nuestro hábitat.

Desde esa combinación es posible generar una cultura en acorde, que no solo se produzca y reproduzca, sino que sea capaz de trascenderse a sí misma, desde el discernimiento de las formas, desde la poesía.

Estudiantes, educadores, juntas de vecinos de territorios de una alta vulnerabilidad ambiental, públicos usualmente espectadores de los eventos de su localidad, se hicieron protagonistas del relato de reinvención que propició Ciudad Reciclada. Esas experiencias vivenciales permiten la incorporación efectiva de aprendizajes de bien común, desde la construcción de nuevas formas participativas y artísticas de abordar problemáticas sociales.

Este programa ha sido una oportunidad también para fortalecer vínculos institucionales y personales muy especiales. Para la Fundación Propagas, y para doña Rosa Margarita en particular, nuestro mayor reconocimiento y admiración por una obra educativa sobre el medioambiente ejemplar, sostenida por la fe en los niños, niñas y adolescentes de nuestro país. A ella, a todos los que nos permitieron ser parte de esta vivencia, nuestra más sincera gratitud.

Lazos de colaboración para crear espacios de eco-aprendizaje

Rosa Margarita Bonetti de Santana
Presidente Fundación Propagas

La Fundación se siente honrada de haber participado desde hace más de diez años junto al Centro León en el programa Ciudad Reciclada: un esfuerzo compartido y una oportunidad excepcional de sensibilizar y educar a la población, muy especialmente a nuestros jóvenes, sobre la importancia de cambiar nuestros hábitos para generar una cultura de protección ambiental.

Los recursos naturales que se encuentran en la República Dominicana engalanan nuestra geografía por su espectacular belleza estética, invitan a la contemplación de la naturaleza y dan testimonio de la rica herencia histórica y cultural del pueblo dominicano. Pero, además, nos proveen de servicios ambientales indispensables para el desarrollo nacional. No obstante, la gestión de los residuos sólidos se ha convertido en una problemática que arropa a nuestra sociedad.

La Fundación Propagas ha apoyado con mucho orgullo esta iniciativa con la intención de crear espacios de «eco-aprendizaje» y llevar un mensaje de conservación en zonas urbanas para incentivar en los ciudadanos una apropiación de los espacios públicos, una reflexión acerca de la necesidad de tener ciudades más limpias y generar en los transeúntes una mayor conciencia ambiental a través del arte.

Con 10 experiencias exitosas compartidas, Ciudad Reciclada propició durante años el intercambio entre grupos e instituciones que compartieron objetivos comunes, a fin de crear lazos de colaboración por medio del desarrollo de programas artísticos que involucraron a la comunidad, entidades educativas, artistas plásticos, y que promovieron la educación ambiental trasformadora para fomentar el consumo reflexivo, basado en el respeto por el otro y por la naturaleza.

Estamos convencidos de que la educación ambiental debe constituir un espacio de aprendizaje permanente, transversal que prepare a los estudiantes para afrontar los cambios que se producen en un mundo de rápida evolución. Tenemos el deber como nación de desarrollar una educación de calidad en función de la sociedad que deseamos.

Ciudad Reciclada no solo contribuyó a la concientización ecológica, sino también al desarrollo de valores éticos como la responsabilidad individual, el trabajo cooperativo; 

la solidaridad, no únicamente entre compañeros y compañeras sino con la propia naturaleza; las prácticas democráticas al tomar decisiones mientras se realizaba cada mural; el desarrollo de una ciudadanía consciente de su responsabilidad y orgullosa de su comunidad; y el descubrimiento colectivo de la canalización de la energía adolescente hacia un producto creativo con todo el disfrute de su realización.

Así, los murales contribuyeron a contar la historia de una comunidad, de un pueblo; reflejando día a día la voz de sus ciudadanos para expresar sus ideas, sus anhelos y sus preocupaciones sociales. Fuimos testigos del impacto que causaron los murales tanto dentro de las instituciones educativas, como en las comunidades, convirtiendo a todo el que lo contempla en un agente de cambio para su comunidad. 

Hoy más que nunca tenemos un compromiso ético con la naturaleza y con las presentes y futuras generaciones. Sólo cuando reflexionemos acerca de nuestros deberes con la naturaleza y hayamos establecido una nueva relación ética, podremos amarla y respetarla de un modo espontáneo, pero también consciente. Sólo inspirándonos en este amor y respeto podremos hacer frente exitosamente a los problemas de la contaminación ambiental y los desequilibrios ecológicos que enfrentamos en la República Dominicana y en el resto del mundo.

La clase de país que tengamos en el futuro dependerá, en gran medida, de las acciones que los jóvenes emprendan en el presente. Al final, el planeta Tierra es uno solo y cada uno de nosotros, donde quiera que esté, tiene el compromiso de hacer de nuestro país y de nuestra comunidad un lugar más habitable para todos.

Problema local de impacto global 

Carmen Cañizares
Coordinadora de Educación Ambiental
Fundación Propagas

Según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en 2015 República Dominicana generaba más de 10 mil toneladas de residuos sólidos cada día. Con estos datos se podría estimar que, solo en ese año, más de 3.65 millones de toneladas de residuos iban directo al vertedero, se quemaban o acababan en la naturaleza. Y la tendencia, hoy, no es menos desoladora…

En estos cálculos aproximados grosso modo no se está contemplando el volumen de residuos producido en nuestro país vecino, Haití. Pero es perceptible la magnitud del problema si, además, recordamos que nos encontramos en una isla.

Somos un pequeño sistema cerrado que consume-desecha y cuya única vía de escape es por aire o por mar. 

Por ello, aunque recientemente se aprobó la Ley 225-20 General de Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos en República Dominicana, en la que se prohíben diversas actividades como la quema o la creación de vertederos no controlados a cielo abierto; la realidad es que aquellas zonas remotas donde no hay un sistema efectivo de recogida de residuos, continúan con prácticas ilegales e insalubres para deshacerse de ellos. Y de esta forma, aquello que no acaba en un vertedero, termina siendo quemado, generando así problemas de contaminación atmosférica y, no menos graves, problemas de salud.

En otros casos los residuos simplemente desaparecen de nuestra vista al ser arrastrados por escorrentía por las fuentes fluviales hacia el mar; nuestro vertedero global. Pero como es bien conocido el dicho: «Ojos que no ven, corazón que no siente».

Se puede comprobar que la solución no se basa, exclusivamente, en que exista una ley que regule el problema.  La clave o la solución de la cuestión también radica en nuestro estilo de consumo. Según un informe de la ONU, se espera que para el 2050 se aumente en un 25 % la generación de residuos en América Latina y el Caribe si seguimos con la tendencia actual. Además de evidenciarse en este mismo informe la relación directa entre los ingresos per cápita y la generación de residuos; a mayores ingresos económicos individuales, mayor generación de residuos per cápita.

Por ello, es necesario ver los problemas ambientales como el de los residuos sólidos, desde una perspectiva global. Y es que, aunque seamos una pequeña isla en medio de las Antillas Mayores, en mitad del océano Atlántico, podemos hacer nuestro aporte al mundo y producir una diferencia.

De ahí que, desde el Centro León, con la colaboración de la Fundación Propagas, surgiera la inquietud de aportar ideas y una colaboración estratégica para contribuir a la solución del problema de los residuos enfocándose, abordando el problema desde la raíz; la educación de las futuras generaciones.

La naturaleza: nuestra riqueza, gran maestra y su cuidado

Ginny Heinsen
Presidente Fundación 3Rs

Los dominicanos tenemos pasión, lideramos iniciativas que nos destacan a nivel mundial. Ya sea la música, turismo, zonas francas…

Y tenemos como gran bendición una hermosa tierra con increíbles recursos naturales. El pico más alto del Caribe, Pico Duarte, y el punto más bajo, el Lago Enriquillo, se conjugan para darnos una riqueza poco común de gran biodiversidad en un reducido espacio, nuestra República Dominicana.

Conocer nuestras riquezas nos compromete a cuidarlas. No somos conscientes del impacto que ejercemos con nuestra demanda insaciable de recursos que comprometen la capacidad de la tierra para proveer a las futuras generaciones. Por eso, uno de nuestros grandes desafíos en este momento es garantizar el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado al medio ambiente y el bienestar social.

Un indicador de cuán responsable resulta nuestro consumo es la cantidad de basura que generamos. Tenemos más de 350 botaderos a cielo abierto, uno cada 136 kilómetros cuadrados; los vemos también en nuestras playas, ríos, calles.

Revertir esta situación parecería una tarea imposible y, sin embargo, se están realizando acciones concretas en esa dirección. El año pasado se aprobó la Ley General de Gestión Integral de Residuos Sólidos, la cual ya tiene su reglamento de implementación. Se creó el Departamento de Residuos Sólidos en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se designó el director ejecutivo del Consejo del Fideicomiso Público Privado para la Gestión Integral de los Residuos, se han intervenido más de 12 vertederos y sí, falta mucho, pero se camina más firme que nunca en abordar la problemática.

Desde hace 11 años hemos sido testigos de cómo el ciudadano se ha ido empoderando para ser parte de la solución. Poco a poco hemos ido siguiendo el consejo de Mahatma Gandhi: «sé el cambio que deseas ver».

Han surgido emprendimientos que nos facilitan reducir nuestra generación de basura, como son Zero RD, Zero Empaque, Tierra Urbana, Vecino Verde, Green Love, Reciclamerd, Nuvi, Recicla 100+.

Reconocidas celebridades se han sumado para promover conciencia ambiental, reducción de residuos en nuestros hogares, aprendiendo de la naturaleza donde todo se aprovecha y no existe el término «basura».

Programas educativos como Ciudad Reciclada, Soy Ecoeficiente, Eco Escuelas, han ido facilitando la transformación desde las aulas educativas.

Uno de los documentos que ha pasado por mis manos, que inspira al ciudadano a transformarse es la Encíclica Laudato Si. Es un documento sencillo basado en la ciencia que llama a crear conciencia sobre el desafío urgente de proteger nuestra casa común ya que hay «la convicción de que en el mundo todo está conectado»[1].

«Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar solo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos…».[2]

[1] Laudato Si

[2] Laudato Si

La importancia del arte y la educación no formal para sensibilizar y transformar culturas

Tomiko Castro
Gerente de Pedagogía de la Fundación Propagas

«La cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento, que, en el curso de siglos, han permitido al hombre ser menos esclavizado».

André Malraux

Existen dos grandes caminos situados en el epicentro de la experiencia humana que, al bifurcarse, impregnan la vida de aprendizaje con sentido: la educación, que nos brinda el descubrimiento de conocer y pensar y el arte, que nos regala la capacidad de crear y transformar la realidad. Ambas rutas consolidadas promueven nuestro derecho a la libertad.

La integración del arte a los espacios de aprendizajes vitaliza las capacidades humanas, fomenta un sistema cultural que expresa con sus múltiples formas la magia de su diversidad y modifica con sus experiencias la naturaleza o condición de expresar y de accionar. De acuerdo con la Unesco, «La Educación utiliza las artes como método de enseñanza con el fin de lograr los objetivos de aprendizaje. Pero también las artes son una forma de conocimiento que se vincula con la investigación científica y la práctica pedagógica…». En este sentido, las iniciativas de educación no formal que promueven el arte se convierten en una herramienta aliada para reflexionar sobre nuestra existencia y las problemáticas que nos abordan, transmitir emociones, comunicar y educar a una sociedad. Así lo reafirma E. T. Mekeuwa en su artículo La importancia del arte como herramienta para la sociedad: «El arte es el reflejo de la cultura humana, por eso sirve para conservar el patrimonio cultural de un pueblo y transmitirlo de generación en generación. Además, es subjetivo, se expresa en un lenguaje universal y comprensible para cualquier ser humano, ya que apela a nuestros sentidos, emociones y facultad de pensar…».

El arte expresado como ejercicio de manifestación implica un proceso liberador. Implementarlo como herramienta en los espacios de aprendizaje no formal, brinda una plataforma de creatividad y catarsis que oportunamente puede desembocar en una espontánea y prolongada expresión de eureka que convierte la experiencia en futura vocación.

La pedagogía y el arte, unidos como práctica social, participativa y colaborativa, logran definir y unificar las diferencias, las coincidencias y las relaciones de las múltiples miradas creativas con la estética, la cultura y la sociedad. Todo este proceso es hermosamente complejo y se implementa en la construcción de significados que son necesarios para despertar la voz interna, intercambiar saberes, generando así, sensibilidad y criticidad en la humanidad.

El arte como conocimiento y valor educativo debería ser integrado en diversos espacios de la formación integral de las personas. Esto garantizaría la adquisición de competencias necesarias para la construcción del proyecto de vida y el desarrollo integral de los sujetos permitiendo «proporcionar oportunidades significativas para experimentar las artes y aprender a usarlas de modo que se conduzca una vida digna de ser vivida» (Eisner, 1992, p. 33). Cuando estamos expuestos a expresiones artísticas vamos comprendiendo el mundo con nuestras emociones, nos motivamos a aprender y crecer, por lo tanto, desde el ámbito educativo formal, no formal e informal, se hace vital propiciar propuestas y experiencias del mundo de las artes como instrumento de educación común que respondan a los intereses del contexto, que generen comunidades con almas sensibles, con apreciación estética pero sobre todo, con capacidad de comprendernos y relacionarnos sanamente con nosotros mismos, con entorno y con la vida.

¿Cómo sucede Ciudad Reciclada?

Ciudad Reciclada es, sobre todo, una experiencia de aprendizaje. Lograr este proceso comprende desarrollar etapas que permitan a los involucrados (adolescentes, jóvenes estudiantes, miembros de juntas de vecinos, docentes y artistas) apropiarse de la idea central del programa: la protección del medio ambiente.

La primera etapa es teórico-práctica.

Se trabaja un proceso reflexivo con los estudiantes; un artista educador ubica a los estudiantes frente al problema de los residuos sólidos, su valor comercial, su valor estético e incluso cultural, los invita a valorar esta problemática en su entorno inmediato en sus casas, escuelas, espacios públicos y a partir de estos planteamientos se establece un diálogo sobre esta problemática. Se realizan ejercicios y se comparten diversos contenidos para la reutilización de los residuos en el mundo del arte desde principios del siglo XX, así como los movimientos modernos que los han incorporado desde todos los puntos posibles: como collages, instalaciones, ilustraciones, etc.

Posteriormente, se establecen los lineamientos básicos en el significado del lenguaje visual y de cómo los artistas comunican sus ideas, utilizando diversos elementos y símbolos. A partir de estos criterios, los alumnos inician un proceso de conceptualización y creación de bocetos como ejercicio creativo donde se les invita a diseñar de forma colectiva un mural que pueda ser creado a partir de materiales recolectados. Se elaboran varias propuestas guiadas por el artista educador y quienes le asisten. Esta etapa comprende la primera semana de trabajo. Al finalizar, el artista educador, los profesores y estudiantes cuentan con un inmenso «abecedario» visual con el que cuentan como insumo fundamental para la elaboración de la propuesta final.

Durante la tercera etapa se materializa la realización del mural. Primero se acondiciona la pared y luego, a partir de los bocetos y de la idea general previamente diseñada, se realiza la obra. Para esto se cuenta con la colaboración de personal cualificado tales como albañiles y herreros, quienes se integran al proceso de creación artística del mural. Por igual, se incorporan los padres y otros actores de la comunidad. Todos interactúan entre sí, el albañil explica su oficio a los alumnos, los padres trabajan con sus hijos, los voluntarios aportan sus experiencias ecológicas desarrollándose una dinámica de colaboración al compartir saberes que enriquece la experiencia.

Para la segunda etapa, una vez que los alumnos ya han sido sensibilizados por el equipo técnico de la Fundación Propagas en temas de concienciación ambiental con especial interés en la riqueza de nuestra biodiversidad, los procesos de reducción y reutilización de residuos sólidos, todos los involucrados en el programa (alumnos, maestros, juntas de vecinos, asociaciones de padres y madres)  dan inicio a una campaña de recolección y clasificación de residuos provenientes tanto de sus casas, como del centro educativo o su entorno comunitario inmediato.  Cada experiencia se adapta a las particularidades del centro educativo y de la comunidad donde se ubica.

Resultados: educación integral

Como resultado de los procesos de interacción mediados por arte, trabajo manual y en equipo, así como toma colectiva de decisiones, son muchos los resultados obtenidos en cada edición de Ciudad Reciclada. Tales como:

  • El desarrollo de valores éticos, como la responsabilidad individual, el trabajo cooperativo.
  • La práctica de la solidaridad, no solo entre compañeros sino con la comunidad y la propia naturaleza.
  • La valoración de oficios, que no son tomados en cuenta generalmente, como la albañilería, la carpintería y la herrería.
  • El aprendizaje de técnicas de reutilización de residuos que pueden derivar en la realización de otros proyectos muy puntuales que podrían generar recursos, por su potencial de sostenibilidad.
  • Las prácticas democráticas, al compartir y manejar las decisiones de manera común.
  • El desarrollo de ciudadanía, entendida como el fortalecimiento del sentido de pertenencia, arraigo y orgullo en relación con lo local.
  • El descubrimiento de soluciones y maneras colectivas de abordar las problemáticas medio ambientales que nos afectan a todos.
  • La integración comunitaria en torno a un proyecto aglutinador por su naturaleza creativa y su potencialidad para ofrecer soluciones a ciertas problemáticas medio ambientales.
  • Un mural artístico que embellece el entorno urbano y resulta un manifiesto con mensajes medioambientales: una obra de arte en sí misma, que puede ser mostrada como resultado de un trabajo artístico de creación colectiva.

El arte como herramienta educativa

María Belissa Ramírez de Zaiek

A partir del proceso creativo, los jóvenes participantes impulsaron su desarrollo emocional e intelectual utilizando el lenguaje único del arte como hilo conductor para conectar unos con los otros durante el proceso de conceptualización y el trabajo en equipo.

Educar a través del arte es uno de los objetivos de Ciudad Reciclada. Programa que motivó a estudiantes y docentes a realizar obras de artes en los muros de diversos centros educativos en Santiago y Santo Domingo a partir del manejo de los residuos sólidos y talleres para reducir, reciclar y reclasificar la basura.

Durante el desarrollo de los murales se establecieron diversas fases de trabajo, la primera dedicada a talleres sobre temas medioambientales, manejo responsable de desechos sólidos y valoración de la fauna,  flora y biodiversidad de la isla la Hispaniola. La segunda etapa, en actividades que clasificación de los desechos sólidos generados en la escuela, la tercera, dedicada a proponer soluciones para el cuidado del medio ambiente a partir del trabajo creativo del equipo de jóvenes responsable del mural y la cuarta y última ejecutar las ideas esbozadas.

Ciudad Reciclada logró favorecer el desarrollo integral de sus participantes tanto de nivel primaria como de nivel de secundaria con edades entre los 8 y 16 años.

Permitió a los jóvenes trabajar a partir de un pensamiento abstracto, la búsqueda de soluciones creativas a un problema concreto.  Siempre respetando las ideas de todos los miembros del equipo. Y, al mismo tiempo, motivó el interés por el conocimiento, mayor percepción y sensibilidad frente al mundo y las problemáticas que enfrentamos como sociedad.

Uno de los logros de Ciudad Reciclada fue conectar con el currículo académico dominicano a través del desarrollo de competencias fundamentales, que se presentan a lo largo de la vida, y las competencias específicas, a través de las áreas de trabajo. Para citar algunos ejemplos: la expresión oral de ideas, desarrollo de pensamiento lógico, creativo y crítico en la construcción de conocimiento. Por último, pero no menos importante, la competencia de resolución de problemas en equipo; se plantearon situaciones que, a partir de preguntas y respuestas creativas, se vivieron procesos de reflexión en la comunidad y, teniendo como base un mensaje contundente se logró un cambio conductual y asumieron entonces el manejo responsable de los residuos.

En definitiva, Ciudad Reciclada aportó diversidad al proceso de aprendizaje y promovió el vínculo entre los sistemas de educación no formal, propio de instituciones culturales como el Centro León, y educación formal, propia de los centros educativos.

El impacto educativo de la creatividad

Luis Felipe Rodríguez
Gerente adjunto de Programas Culturales del Centro León

Desde el punto de vista pedagógico, Ciudad Reciclada asumió la premisa de que la manera de  incorporar conocimientos no solo se da desde el aprendizaje tradicional de transmisión de información del maestro  hacia el estudiante, sino a través del diálogo y la reflexión, desde y hacia la comunidad; desde  prácticas significativas que propicien experiencias vivenciales que les permita a los participantes la internalización de los conceptos de manera efectiva y la construcción de nuevas  formas de  abordar el problema. Así, el intercambio entre artistas, profesores, jóvenes y dirigentes comunitarios va generando herramientas para el diálogo crítico y el accionar responsable, con respecto a los niveles de contaminación ambiental que presenta el entorno de cada centro educativo.

Este proceso requiere ser reforzado con acciones que extienden la experiencia al entorno comunitario, como talleres sobre reutilización de residuos y charlas en las escuelas y en los espacios públicos. De esta manera, el impacto educativo pudo extenderse y generar otras posibles intervenciones. Por otra parte, se logra la concreción en espacios urbanos de obras de arte visual (murales) a manera de manifiestos ecológicos que derivan en un aporte estético de calidad a la ciudad que los contiene.

El programa medioambiental del Centro León, a partir de la experiencia de Ciudad Reciclada, se propone ahora extender su diálogo hacia otros posibles actores y temas, incorporando en lo adelante nuevas metodologías y recursos pedagógicos y artísticos, que contribuyan a aumentar su impacto formativo y de concientización en mayor número de las comunidades educativas y sus entornos.

Es evidente que hay muchas propuestas que utilizan la reutilización de residuos con motivaciones pedagógicas, pero la realización de un mural a partir de desechos, combinado con otras acciones socioeducativas en el entorno urbano, hicieron que Ciudad Reciclada resultara una propuesta de alto impacto educativo en los centros donde se llevó a cabo, caracterizada por la capacidad de adaptación del proyecto a los diversos contextos donde fue aplicada la experiencia. Como dijo el director general de la Escuela Liceo Santo Hermano Miguel, Hno. Gerardo Pérez, al comentar el impacto de la realización del proyecto en su escuela: «Esta experiencia de Ciudad Reciclada tuvo una trascendencia en la vida de los estudiantes, la describo como un ejemplo para la comunidad y para el mundo de que esta generación tiene la intención de cambiar, debemos dejar sano este planeta que es prestado».

«Creo en el arte y su capacidad para cambiar, para llevar el mensaje y conectar»

Wali Vidal
Artista

La primera vez que colaboré con Ciudad Reciclada fue en el Colegio La Salle, Santo Domingo. Participar, junto con Marcelo Ferder, que era de los iniciadores del proyecto, representó en aquel entonces un gran oportunidad para mí. Fue una experiencia bellísima porque Marcelo es un reconocido trabajador del arte con materiales reutilizados.

Para mí éste fue el primer acercamiento artístico con residuos sólidos, en un proyecto de escuela. Y fue un proceso buenísimo, encantador, repleto de un aprendizaje total para mí como artista. Aprendí muchísimo. Recuerdo así, de forma muy puntual, que utilizamos unos poemas de Pablo Neruda para inspirarnos en esos murales eran. Entonces los estudiantes, que son los protagonistas del proyecto, ilustraron los poemas de Pablo Neruda, recreando el vuelo y las alas de aves que narraba Neruda en ellos. Un gran aprendizaje para mí y para los estudiantes en ese momento.

El mural en el colegio Don Bosco para mí fue el que conllevó más trabajo por su dimensión. Y además que estaba en la avenida 27 de Febrero, sumamente transitada. Representaba un reto especial ya que está ubicada en una zona en la que hay varios barrios marginales de la capital. Aparte de que el mural era enorme, grandísimo. Los estudiantes fueron sumamente disciplinados.

El mayor aprendizaje que se llevan los estudiantes en Ciudad Reciclada es esa oportunidad única de interactuar con un grupo de artistas y estos artistas muchas veces son de diferentes disciplinas. Entonces cada uno cuenta una historia o ve el mundo, el arte, de una manera distinta. Uno de los principales aportes del Programa es precisamente esa interacción de los estudiantes con profesionales ya preparadas o capacitadas en arte. Que muy poco se ve en el país, que los estudiantes tengan esa interacción con artistas, personas que están comprometidas con el arte.

Creo que eso le ayuda muchísimo a entender que hay muchas maneras de ver y hacer las cosas.

Esa conciencia se replica después y ellos siguen abordando esos temas… Estos jóvenes tienen la capacidad de poder entender o explicar ciertos conceptos que aprendieron dentro del proyecto.

Al igual que uno, que se nutrió del proceso como para conceptualizar a través de la visión de los estudiantes también. La ciudad, claro que ha cambiado, pero se ha entendido al final. Creo mucho en el arte y la capacidad del arte para cambiar, para llevar el mensaje y conectar emociones que favorezcan un cambio de conducta.

Reducir: la R que marca el futuro

Eladio Fernández
Asesor ambiental Fundación Propagas

El proyecto Sostenibilidad 3Rs (reducir, reusar, reciclar) comenzó como una iniciativa conjunta del Centro para el Desarrollo Agropecuario y Forestal (CEDAF) y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) en el 2010. Sumados a esta iniciativa, el Centro León y la Fundación Propagas suscriben un acuerdo para impulsar Ciudad Reciclada, un programa que en su momento conjugó dos de las 3Rs, «reusar» y «reciclar», con el arte y la educación. Este novedoso programa buscaba crear un cambio en la cultura de niños, profesores y padres en centros educativos públicos y privados sobre el manejo de nuestros residuos sólidos. La creación de murales a partir de material reciclado en escuelas y colegios de Santiago y Santo Domingo de la mano de artistas es un legado que todavía perdura en algunos espacios.

Las ideas, el entendimiento, y hasta la misma cultura del manejo de nuestros residuos en nuestro país, ya no está en pañales. Proyectos como Ciudad Reciclada se han encargado de formar a toda una generación de niños, actualmente adultos, en el manejo correcto de los materiales reciclables. Esa nueva generación ha continuado su entendimiento de la problemática de la basura en nuestras ciudades.

Ya es de pleno conocimiento que nuestros residuos sólidos no están compuestos por tan solo plástico, papel, vidrio, y metal, todos elementos para los cuales existen soluciones de reúso y reciclado, sino que más del 50 % de nuestra basura es de origen orgánico.

Eso ha sumado iniciativas recientes de grupos del sector privado de promover e implementar programas de compostaje residencial. Y si para algunos todavía la basura no era algo que estaba muy presente, el incendio del vertedero Duquesa del año 2020 se encargó de recordarnos a todos los residentes de Santo Domingo que debíamos apurar la aprobación de la Ley General de Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos. Consecuentemente, muchas empresas se vieron precisadas a unirse al movimiento a través de invertir en el buen manejo de sus desechos. Los nuevos términos «economía circular» y «responsabilidad extendida» pasaron a ser parte del léxico diario del sector empresarial y del público en general.

Y si bien todo esto forma parte de un cambio en nuestra cultura y la relación que tenemos con la basura, Ciudad Reciclada también enfrenta un momento de cambio. El 2021 marca el inicio de un nuevo enfoque para el programa. En vez de basar nuestro programa en «reusar» y «reciclar», hoy sabemos que la R más importante es «reducir». «Reducir» apela a un nuevo comportamiento en los dominicanos de consumir justo lo que necesitamos. En esta nueva etapa del programa Ciudad Reciclada nos unimos al esfuerzo de hacer de la República Dominicana un lugar lleno de ciudades sostenibles.

Otras voces

Lecciones aprendidas y una mirada hacia el futuro

Al mirar en perspectiva el conjunto de realizaciones del programa Ciudad Reciclada con Fundación Propagas pueden constatarse algunas lecciones aprendidas:

  • Siendo la problemática de los residuos sólidos una realidad compleja y crítica a nivel mundial y local, es urgente y necesario generar prácticas innovadoras que contribuyan a cambiar los hábitos de consumo. Esta es una tarea que los Estados de los países en vías de desarrollo no pueden asumir sin la colaboración del sector educativo y del sector privado. Ciudad Reciclada ha demostrado que no solo es necesario, sino imprescindible la existencia de programas que contribuyan a la búsqueda de soluciones en el territorio de lo local.
  • Los contenidos de la educación medioambiental se potencian cuando se aprenden de modo vivencial. Dar nueva vida a un sencillo y prosaico objeto desechado puede ser una acción reveladora, tanto del surgimiento de una conciencia medioambiental como de una vocación artística latente. Participar de la recolección y clasificación de residuos, para después ser testigo y participante del cómo ese objeto se transforma en pieza de creación artística que transmite un mensaje de esperanza es una experiencia que difícilmente olvidará la mente de un niño o un joven en plena formación de su personalidad.
  • En el proceso medioambiental hace una década hablar de las 3R, reducir, reutilizar y reciclar y de su forma de implementación resultaba toda una innovación y un reto. Ciudad Reciclada aborda la necesidad de la reducción y la reutilización de desechos sólidos a partir de procesos de concientización sobre el tema, generados con talleres y charlas a los participantes. La reutilización fue la R activa en el proceso creativo con el desarrollo de los murales. Una de las debilidades exhibidas es que, pasado el tiempo, los residuos sólidos reutilizados en la creación del mural, por un proceso natural de deterioro, volvían a caer en el contenedor de basura y aunque el mensaje, propósito y los procesos de aprendizaje generados en el proyecto se afianzan y quedan de forma permanente en la memoria de quienes participaron, la reutilización y presencia del mural fue temporal. Con miras a un nuevo proyecto es necesario ahora hablar de una aplicación más eficaz de las 3R y se hace necesario, además, integrar la cuarta para hablar así de las 4R siendo esta última.
  • Si bien la problemática es común, las soluciones solo pueden ser locales: cada comunidad enfrenta situaciones medioambientales distintas y se organiza de un modo particular. Encontrar vías de solución al conjunto de problemas que generan los residuos sólidos requiere de concertación, de colaboración y de solidaridad. En la realidad de nuestras comunidades, la escuela quizás sea el único espacio donde se encuentran distintas generaciones en función de la formación de niños y adolescentes. El liderazgo de directivos y maestros comprometidos con sus comunidades educativas resulta clave en la generación de los procesos educativos no formales.
  • La creación colectiva es una experiencia necesaria y fundamental. En nuestro país son escasas las oportunidades que tiene una persona de vivir experiencias colectivas de beneficio comunitario. Participar de un proceso que tiene como finalidad la mejora de las condiciones de vida implica respetar y saber escuchar al otro, aceptar que los demás pueden tener mejores soluciones es parte del ejercicio democrático que toda sociedad debe propiciar. Elegir el mejor camino para llegar a la meta común y colaborar en ello contribuye a formar mejores ciudadanos.
  • El proyecto de Ciudad Reciclada se realizó en conjunto con diversos centros educativos públicos y privados del sistema escolar dominicano. Durante las fases de implementación del proyecto se logró el acompañamiento e involucramiento activo de juntas de vecinos, asociaciones de padres, estudiantes, maestros, artistas.  Sin embargo, vimos la necesidad de que las instituciones que participan en el programa cuenten o creen un departamento o unidad de trabajo medioambiental, que permita la continuidad en el tiempo de lo aprendido durante el proyecto. Si no queda constituido este equipo o unidad de gestión, las acciones posteriores se van reduciendo, lo cual plantea nuevos retos de cara a estructuras de organización permanente en los centros educativos.
  • La conducción de los procesos a cargo de artistas educadores es otra de las dimensiones que es necesario destacar. En cada edición del programa se contó con la visión, la organización y el talento de artistas que aportaron desde sus experiencias un conjunto de conocimientos y prácticas, para generar procesos de aprendizaje colectivo donde la creatividad jugó un rol de primer orden. El arte generado de manera colectiva es una eficaz herramienta para generar procesos educativos integrales.
  • Es importante tomar en cuenta los procesos de conservación. Los productos de expresión artística de creación colectiva, a veces, una vez que el proyecto termina, caen en orfandad. Esto porque a los centros educativos se les dificulta la conservación y remozamiento del mural, en otros casos, movimientos tales como cambios en los puestos de dirección hacen que el mural sea eliminado por completo. Si bien el muralismo de carácter urbano pudiera considerarse un arte efímero, cierto es que resulta contraproducente que el esfuerzo colectivo para generar una obra desaparezca. Esto nos plantea el reto de reevaluar medios creativos que puedan estar más al control de conservación de las autoridades de las escuelas. En esta línea, una nueva versión de este tipo de programas podría considerar otros tipos de soporte para dejar plasmadas las obras de los grupos de estudiantes.
  • En síntesis, es evidente el resultado positivo de la experiencia con el programa Ciudad Reciclada. Queda pendiente entonces definir cómo se evoluciona hacia una nueva etapa que considere estas lecciones aprendidas y que pueda adaptarse a las nuevas realidades, en un proceso de resiliencia que sin duda podremos desarrollar en colaboración con Fundación Propagas.
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