En Jarabacoa, donde vivió sus últimos años en íntima comunión con la naturaleza, encontró la tranquilidad y el silencio para quedarse eternamente entre nosotros.
Sus seis décadas de creación, confirman lo dicho en una de sus volutas: "Nunca he podido separar la vida y el arte. En mí están tan entrañablemente unidos, que es precisamente esta simbiosis la que ha regido la trayectoria de mi existencia".
Y no lo dudamos, su existencia transitará ahora por los espacios mágicos de sus obras.