La exposición Voces y Visiones: Selecciones de la colección permanente de El Museo del Barrio, Nueva York, USA, que permanecerá hasta el 15 de enero en el Centro León, confirma los objetivos de diálogo e intercambio artístico y cultural con América Latina y el Caribe de este importante centro cultural.

Voces y Visiones acerca y abre las puertas del Museo del Barrio, y logra el propósito fundamental de acercar al pueblo dominicano a participar en la creación y la cultura de latinoamericanos y caribeños, con gran participación de los puertorriqueños emigrantes a Estados Unidos.

Las obras seleccionadas para la colectiva reflejan la presencia de diversas corrientes del arte de hoy, permiten una reflexión necesaria en momentos claves de la creación globalizada.

El arte contemporáneo de América Latina y del Caribe (sobre todo, de Puerto Rico y Jamaica) están profundamente marcados por las coyunturas históricas y políticas de la región, así como por la memoria colectiva de los antepasados y la vigencia de las creencias y leyendas populares. Entendemos desde este ángulo, la orientación del título de la muestra y además la organización curatorial de la misma en siete ámbitos en los que se pueden destacar y poner de realce el arte y la política, al igual que el culto religioso en el arte popular y contemporáneo; dos referencias que expresan claramente la relación de la creatividad contemporánea con la tradición religiosa y la herencia popular ancestral.

Esta orientación conceptual llama a un diálogo de interpretación. Los signos y los códigos espirituales pueden lograr un resultado plástico y visual moderno y contemporáneo, como se destaca en la obra del brasileño Rubén Valentín, quien participa con una serie gráfica policromática, relacionada a los signos orishas de Bahía.

El resultado sacado de esta referencia histórica, religiosa y cultural, puede asociarse e integrarse a las propuestas geométricas y constructivitas de los años 40´s y 60`s.

En este artista, la plasticidad y belleza de la obra gráfica, es, además una oportunidad de interpretación metafísica y visual del dibujo conducido por una pulsión espiritual, como todavía sucede en comunidades de África del Sur, Namibia y Rimbawe.

La figuración y representación de los santos provoca igualmente un diálogo amplio entre la devoción a Santiago Apóstol presente en las banderas perladas haitianas (guèdé) y el talle sobre madera pintada de la figura del Apóstol Santiago montado en su caballo blanco, testimonio vivo de la variación de soportes de expresión artística y espiritual para este santo de mando traído de España. Santiago, es indudablemente el apóstol que mayor libertad de manifestación religiosa autorizó en su simbología de Maestro del viaje, de la Peregrinación, del Destino y del Encuentro.

Su significación de conductor de fe y bautizo abrió y continua abriendo, un gran espacio al sincretismo religioso del continente latinoamericano, cuyos valores plásticos, verbigracia los colores azul, blanco y rojo se pueden encontrar en Haití, Bahía, Cuba y Puerto Rico.

Es importante destacar que en esta muestra el sincretismo ocupa un lugar de primer orden que es el que exhiben muchos artistas contemporáneos de América Latina y del Caribe, insistiendo, nueva vez, en Puerto Rico. La profusión de elementos rituales y espirituales, la abundancia de artefactos de oración, promesas, devoción y celebraciones mágicos religiosas, están presentes en las obras conceptuales que marcan un renovación de la modernidad a partir de la década del 80.

La cama, instalación de Pepón Osorio, puertorriqueño residente en Nueva York, uno de los artistas que concita un gran éxito y trayectoria en Estados Unidos a partir de los años 80, es un condensado visual de la materialización sincrética y religiosa en el arte conceptual y precisamente en las instalaciones.

Osorio utiliza para este fundamental y espléndida obra como soportes: muñequitos, cencerritos, espejitos, retazos, cintas y lazitos, siendo estos los ingredientes esenciales de la escenografía ritual del palo monte, del pérystile haitiano y del altar de la santería cubana, puertorriqueña y dominicana.

La inteligencia visual y la sutileza de composición de este artista consiste en lograr apropiarse de lo tradicional y ancestral de su cultura e identidad puertorriqueña, y utilizarla como recurso de obra en su trayectoria post-moderna.

En la obra de Pepón Osorio, encontramos la esencia de lo que muchos y muchas tienden a percibir como ingrediente del barroquismo en las artes plásticas y visuales, pero que es ante todo la prueba de que el sincretismo en su resultado artístico y plástico, es un inmenso territorio de investigación visual y escenográfico, al que recurren muchos artistas; tenemos buenos ejemplos en los cubanos Manuel Mendive y en Zayda del Río, quienes juntos a otros lo practican en Cuba desde los años setenta.

Voces y Visiones, permite además una reflexión sobre el escaso abstraccionismo en el arte contemporáneo y post-moderno de América Latina y del Caribe, salvo algunas excepciones marcadas aquí, por la obra de Carmen Herrera Rojo, que muestra la influencia de las nuevas vanguardias europeas en los artista latinoamericanos.

La tela exhibida de Herrera Rojo, define la relación de lo abstracto en el espacio lineal y en la yuxtaposición de las formas y del color en la búsqueda de luz que utiliza esta artista.

Si a pintura nos referimos la obra de Arnaldo Roche-Rabell, Jugando al escondite, es significativa del vigor, de la pintura como materia y de la figuración como discurso. Este pintor puertorriqueño ha ganado un territorio renovador e innovador de la pintura como médium, a partir de los 80.

La fuerza del color, su capacidad de convivencia de colores antagónicos, generan la metáfora de la vivacidad y de la exhuberancia pictórica del medio ambiente caribeño y latinoamericano. La pintura de Roche-Rabell es un bosque húmedo y vivaz donde la figura humana se enfrenta con los elementos naturales…

Más allá del sincretismo visual y plástico, la muestra impone al visitante una interpretación visual, rítmica y dramática de las múltiples reciprocidades y asociaciones de las diversas expresiones artísticas de América Latina y del Caribe, así como de sus intensos espejos sociales y humanos visibles gracias a la obra plástica.

La exhibición nos proporciona grandes planteamientos sobre la creación artística entre las décadas comprendidas del 70 al 90, y nos provoca e invita a repensar nuestra conciencia ciudadana, como lo captamos o percibimos a través de la obra del Cristo Transeúnte del artista Luis Elipio Tapia, quien con su obra-objeto ritual, de doble cara, en la que la figura de Cristo está secularizada por un artículo de prensa; obra que nos pone en evidencia el maltrato, la persecución y la condena de tantos inocentes…, víctimas de la tortura y de la arbitrariedad.

Destacamos también, de esta colectiva la profusión de excelentes artistas puertorriqueños, que a partir de los años setenta, supieron utilizar de sus luchas y reivindicaciones de su especificidad comunitaria en el East Harlem de Nueva York.

No podemos concluir, sin destacar el esfuerzo de tantos artistas boricuas, exiliados, emigrados y perseguidos por sus sueños y utopías…, que en su perdida de tierra y nación, han sabido imponer su territorio de arte e inteligencia, a través de las que mantienen su identidad y cultura caribeña, su lengua española, en fin, sus costumbres y tradiciones, recogidas con mucha inteligencia y honrosamente por El Museo del Barrio, quienes se hacen cómplices y soporte de esta importante comunidad hispana establecida en la gran urbe neoyorquina, de igual manera, con toda la comunidad artística contemporánea de América Latina y del Caribe allá residente.

Por supuesto, el receptor en República Dominicana es el Centro León, el paradigma del soporte privado en el arte y la cultura, quienes devuelven o regresan generosamente el fruto de este esfuerzo a la nación dominicana, permitiéndonos disfrutar de esta espectacular muestra, y convirtiéndose en la única institución cultural que ha acogido la muestra fuera del territorio de Estados Unidos.

Esta experiencia única de un diálogo plástico y espiritual que nos fortalece a todos y todas, muy necesario para especialistas y críticos de arte, e investigadores contemporáneos, quienes tendrán materia prima para replantearse significados y nuevas corrientes del arte en la aventura humana y terrestre.

Delia Blanco