Palabras de Camilo Venegas, gerente de Extensión y Comunicaciones del Centro León, en la bienvenida de los comunicadores que participaron en un panel sobre el papel del periodismo cultural en República Dominicana.

En la madruga del martes pasado, en una sala penal de Santo Domingo, se dictó sentencia en un juicio que acaparó la atención de los medios dominicanos por meses. Casi todos los diarios paralizaron sus rotativas en espera del veredicto. Los periódicos llegaron tarde a las manos de sus suscriptores, pero en la portada tenían el codiciado fallo. En la noche de ese mismo día, seis jóvenes artistas dominicanos recibieron un reconocimiento sin precedentes. En la ceremonia de entrega de la Beca Michel Camilo, la Universidad de Berklee anunció que, debido a la alta calidad que pudieron apreciar en la veintena de finalistas del certamen, decidieron otorgar cinco becas más. Esto también es, sin dudas, una gran noticia. Seis perseverantes jóvenes, formados en las precariedades propias de nuestro sistema de enseñaza artística, lograron impresionar al claustro de una de las academias de jazz más rigurosas e importantes del mundo. Pero no se paralizó una rotativa ni se movió ninguna noticia para resaltarles. Una victoria más de Pedro Martínez, la construcción de un nuevo complejo hotelero en Bávaro, la situación en Bolivia, la posible compra del Gobierno de aviones de combate en Brasil, la solicitud en extradición por parte de Estados Unidos de un presunto narcotraficante, el arreglo de cuatro cañadas y la polémica sobre el subsidio del gas licuado, les arrebataron al país la posibilidad de reconocer en primera plana un hito alcanzado por seis jovencísimos dominicanos que han consagrado sus vidas a interpretar los códigos sonoros de su identidad. Tal como le advertíamos en la carta de invitación a esta actividad, muchas expresiones culturales dominicanas están alcanzando un amplio relieve a nivel nacional e internacional. Como nunca antes, frases, ritmos, nombres, sabores y olores creados aquí, irrumpen en lejanas latitudes. De la mano de una creciente comunidad que presume sus raíces con orgullo, la cultura dominicana ha “invadido” Europa y Norteamérica. Con la misma rapidez que llega a nosotros lo foráneo, lo nuestro también se expande. El mundo global posibilita acelerados flujos y reflujos de información. Los medios de comunicación dominicanos deben jugar un papel fundamental en estos procesos. Muchos sectores sociales consideran que difundir lo verdaderamente relevante de nuestro caudal creativo, es una obligación y una necesidad de los diarios dominicanos. Para el Centro León, comprometido desde su concepción con las identidades y la creación dominicanas, es primordial involucrarse en una acción que busque los métodos más efectivos de divulgar, difundir y hacer trascender nuestra cultura. Por ello, los invitamos a reflexionar sobre este tema en este panel. Lo que el viento no se puede llevar de seguro nos ayudará a buscar entre todos la manera más efectiva de difundir lo que hacemos, lo que gestamos, los valores que hacen de República Dominicana un país de una rica diversidad cultural. El escritor Juan Villoro, que es uno de los tantos y tantos que ha ejercido la ficción literaria después de aprenderse de memoria el manejo de la realidad en la redacción de un periódico, no se ha cansado de repetir que “El gran periodismo es literatura bajo presión, que perdura más allá de su contingencia”. De esa frase se pueden deducir algunas preguntas que debemos responder en esta jornada. El periodismo cultural es una de las grandes polémicas que suscitan los medios dominicanos. Mientras algunos lo denigran, otros lo defienden con una enternecedora fe. Para poder comprender con mayor exactitud cuál debe ser el papel del periodismo cultural en la sociedad dominicana de principios del siglo XXI, debemos sondear la realidad del país dentro de una desprejuiciada y visceral reflexión y no en la tradicional y restringida visión inmediatista a la que nos tienen acostumbrado las circunstancias. Ustedes tienen la palabra. Es hora de comenzar el diálogo.

CV