Tertulia Caribeña. Fellé  Vega , así, tal como suena. El músico ha compartido el escenario con Sergio Méndez, Gonzalo Rubalcaba, Arturo Sandoval, Paquito D’Rivera y Juan Luis Guerra.

Antes de escribir la primera palabra de este breve texto, cuyo único objetivo es presentarles a Fellé Vega, busqué el Mapa Música del Mundo de la biblioteca de consulta de Encarta. Dispuestos sobre distintos tonos de sepia que identifican continentes, países, islas, mares y océanos; lo instrumentos musicales más reconocibles desde la antigüedad hasta hoy se dispersan con sus sonidos y sus silencios. Si uno hace clic encima del icono, oye el sonido del instrumento y lee su historia. En todo el mar Caribe sólo aparece la tumbadora del son y los tanques de 55 galones de las steel band. Es obvio que el énfasis de los autores de esta cartografía está en la vieja Europa, que es donde se gestó la música que hoy conocemos como clásica, y Estados Unidos, donde se fraguaron los ritmos más divulgados del siglo pasado, el XX, quiero decir.

Si en ese planisferio se trataran de insertar todos los instrumentos ideados por Fellé, habría que violentar las escalas y dibujar a isla de La Española con unas dimensiones semejantes a las de Groenlandia o Australia. De lo contrario, el boombakiní, las cascadas, las gayumbas, el támbiro, los tambores de cubos plásticos y el tatá amenazarían con invadir los territorios de Cuba, Puerto Rico y otras islas del Caribe.

Hablando de geografías, quiero referirme a esa teoría de los fatalismos que se enunció allá por el mil setecientos y pico, pero al revés. Si Tomás Rafael Vega, que es el nombre completo del individuo que a través de estas líneas les presento, hubiese nacido en Nigeria, el Congo, San Salvador de Bahía, Memphis o en una isla mucho más pequeña aún, de esas de nombre impronunciable que tanto abundan por el mar que nos rodea; ahora mismo muchos de nosotros andaríamos revolteando las colecciones de la mal llamada “música del mundo” para hallar sus discos a como diera lugar. Alguien capaz de sacarle notas musicales hasta las piedras con las que tropieza en el camino, suena demasiado bien para presumir frente a nuestros amigos melómanos. Pero como Tomás Rafael Vega, no es más que Fellé, alguien que tenemos todos los días delante de nuestras narices, apenas reparamos en él. Siempre he pensado que si Cesaria Evora fuera una merenguera típica y La Lupe una bachatera, aún cuando fueran ellas mismas, ya no nos importarían tanto. Somos caribeños y, desafortunadamente, creemos siempre más en lo que viene del mar que en lo que nos da la tierra.

Por eso quiero presentarles a Fellé Vega como si ninguno de ustedes lo conociera. Les hablo de alguien que ha compartido el escenario con Sergio Méndez, Gonzalo Rubalcaba, Arturo Sandoval, Paquito D’Rivera y Juan Luis Guerra. Me refiero a alguien que es considerado uno de los más importantes percusionistas del Caribe. Me refiero a un individuo que es capaz de convertir en un instrumento musical hasta al más absoluto e intangible silencio. Nada de lo que he dicho hasta aquí le otorga inmortalidad a nadie, pero ojalá que Santiago de los Caballeros nunca se olvide de que aquí nació Fellé Vega, vamos a necesitar esa certeza cuando llegue el tiempo de resumir.

CV