Ser pintor en la América Latina o en la España de los siglos XVII, XVIII y XIX no era el gran negocio.

Era más bien ser un simple artesano modesto; una labor exclusiva de hombres blancos, humildes y pobres, transplantada por los colonizadores de Europa.
Jorge Rivas, curador de la Colección Patricia Phelps de Cisneros, relata en su ensayo Breves Comentarios sobre el oficio del pintor en Venezuela 1600-1822, publicado en el catálogo de la exposición De oficio pintor. Arte colonial venezolano. Colección Patricia Phelps de Cisneros en la Sala de Exposiciones Temporales María Asensio de León del Centro León, que fueron los maestros europeos venidos al nuevo mundo quienes ejercieron la pintura por primera vez en estas tierras. Fueron los influyentes del oficio y establecieron la estructura en los recién fundados asentamientos españoles. “Los primeros artistas muy posiblemente fueron religiosos, como quizás lo fue el Pintor del Tocuyo (activo, 1682-1702); otros eran simples artesanos.
Artistas como Francisco de Lerma y Villegas, Antonio José Landaeta, Fernando Álvarez Carneiro, José Antonio Peñaloza, José Landaeta, Joaquín de Sosa formaron parte del conglomerado de artistas pintores de oficio, cuyo proceso formativo se limitaba en los talleres de algún maestro pintor. Y es que, al contrario de países como México, los criollos venezolanos no contaron con academia alguna de pintura y la posibilidad de hacer estudios en el exterior era insólita, salvo aquellos que tuvieron la oportunidad de matricularse en el extranjero, completando así su formación. El único roce con el otro mundo se realizaba a través de las obras importadas o de algún maestro que recién desembarcaba de regreso.

El tiempo y la dedicación evolucionaron el oficio. Pasó a convertirse en un factor hereditario en el que algunas escuelas eran de familias compuestas entre hermanos y primos. Ellos habían heredado un oficio de pintar teñido de un carácter mucho más propio y original.

Las figuras sacro fueron la musa para que estos pintores de oficio cincelaran sus perennes obras, ya que su más potencial cliente era la Iglesia Católica, quien les solicitaba cuadros para decorar sus templos, conventos y cofradías.

El tiempo siguió viajando, y con el, la evolución. Aquellos que una vez fueron denominados artesanos, son recordados hoy como pintores que definieron un estilo y marcaron el arte colonial de la región.

De mirar atrás, no tardaríamos en deducir que crecimos rodeados de gran parte de este fenómeno. Pues cuando éramos niños podíamos contemplar aquellas obras que adornaban las capillas, obras cargadas de estilo sacro que hacían aludían a figuras celestiales y a los santos que anduvieron por el mundo. Sólo que, nunca tuvimos conocimiento que detrás de esas imágenes se escondía una historia.

Hoy, esos hombres cuyo oficio era pintar resurgen en la Sala de Exposiciones Temporales María Asensio de León bajo el nombre De oficio pintor. Arte colonial venezolano. Colección Patricia Phelps de Cisneros. Sus obras estarán expuestas hasta el 16 de septiembre 2007.

Este reencuentro con los “artesanos” del arte sacro venezolano, constituye uno de los proyectos previstas en el programa de intercambio cultural incluido en el acuerdo de cooperación firmado en 2006 por el Centro León y la Fundación Cisneros, con el fin de desarrollar eventos museográficos y pedagógicos conjuntos

Detalles de la exposición

INFORMACIÓN ADICIONAL

  • Lugar: Sala Temporal María Asensio vda. León
  • Desde: Del 20 de junio al 16 de septiembre 2007