Hablar de República Dominicana es hablar de polaridades: de un lado se evidencia crecimiento y por otro se abre una brecha de desigualdad.

Por ejemplo, según la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), República Dominicana fue el país que más creció en América Latina y el Caribe durante el 2014. Sin embargo, hubo una pérdida en el Índice de Desarrollo Humano (IDH)* relacionadas a las diferencias en el acceso de segmentos de la población a servicios de calidad en los sectores de la salud y la educación. Además se registró una caída en la desigualdad de hombres y mujeres, en los aspectos de empoderamiento, salud reproductiva y mercado laboral.

Tomando como referencia el contexto expuesto, los artistas dominicanos en las últimas décadas han redimensionado la forma de contar sus historias visuales. Desde el uso de materiales diversos hasta la conformación de nuevas significaciones, los artífices contemporáneos han creado novísimos códigos sugerentes, cargados de simbolismos.

Las problemáticas sociales que abordan los artistas visuales contemporáneos

Los artistas contemporáneos han venido reflexionando en torno a nuevas formas de expresiones. El Caribe, y específicamente el país le han servido de telón para tratar temas sociales. Algunos desean comunicar esta realidad, otros se convierten en vehículo de críticas, asumiendo de esta manera un compromiso ciudadano. La tradición de ese compromiso identitario nace a raíz de procesos históricos como: dictaduras, invasiones, y guerras civiles.

Así encontramos propuestas con temáticas comunes, pero, asumidas en lenguajes visuales diferentes. En este aspecto podemos mencionar la obra de Tony Capellán, refiriéndonos a su etapa productiva más reciente: las instalaciones. Un acercamiento al Caribe desde una perspectiva de lo cotidiano, donde los objetos personales toman una dimensión simbólica, que mira más allá de lo social, haciendo de la obra un diálogo continuo. Las aguas del Mar Caribe le traen sus materiales para plantear temas como la pobreza, la contaminación marina, la migración, el dolor, la tristeza, la explotación del ser humano y de la naturaleza.

Destacamos un Raúl Recio con un discurso visual lleno de matices, que denotan su cuestionamiento a la vida actual. Los temas que aborda en sus composiciones pictóricas resaltan por su contenido de índole social, al destacar males de la humanidad, como la violencia, la corrupción, las armas, la promiscuidad sexual, las drogas, el alcohol, la avaricia, entre otros; convirtiendo de esta manera sus piezas en críticas profundas sobre la naturaleza humana, y las nuevas sociedades de consumo. Raúl nos muestra en su obra una sociedad corrompida que basa sus estándares en modelos perjudiciales, lo que hace que su poética visual sea un cuestionamiento a la doble moral.

Raquel Paiewonsky nos adentra al universo del cuerpo humano, el que conceptualiza como un portador de mensajes. Estos contenidos semánticos que transporta la persona reflejan la identidad dominicana. Los estereotipos que una cultura ha forjado, y cómo estos se sostienen en el imaginario social. Lo femenino es trazado desde una óptica que critica el prejuicio, los estigmas implantados que cohíben la libertad. Muestra a una mujer que cuestiona no sólo su cuerpo, sino su relación con este, y a la vez la relación del cuerpo con el entorno.

La niñez ha sido un tema en el que Jorge Pineda ha puntualizado. Sus preocupaciones por este conglomerado, se destacan como una inquietante realidad que manifiesta la vulnerabilidad de los infantes. Estos trabajos poseen un lenguaje que ha sabido plasmar la pena y la angustia de niños y niñas; donde a la vez la inocencia infantil brinda esperanzas. Las obras de Pineda son códigos que critican dicha situaciones, siendo una especie de grito que busca brindar soluciones.

Wali Vidal reflexiona sobre el crecimiento urbano. La ciudad vista como un espacio tumultuoso y superpoblado, donde el caos impera. La cotidianidad observada desde los estilos de vida de la ciudad. Su arte pop es un registro creado a partir de lo antillano. Los códigos que imperan en sus trabajos son la punta del iceberg de lo que como artista Wali quiere reflejar de la cultura dominicana.

Pascal Meccariello indaga sobre la vulnerabilidad en lo más íntimo de la naturaleza humana, y cómo este hecho es una muestra evidente que genera conflictos, no sólo internos, sino con el contexto. La relación del individuo con su entorno es para Meccariello un universo infinito de posibilidades creativas. El artista presenta el día a día, como sinónimo de confrontación, como una matriz generadora de simbolismo, siendo esta una búsqueda existencial.

El universo de cada creador es infinito, y no puede hablarse de una tendencia en particular en las composiciones de los artistas visuales dominicanos, sino más bien, del telón de fondo de sus creaciones: el Caribe.

*República Dominicana cuenta 9,445,281 habitantes de acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas. El país presenta un IDH alto de 0.715 para 2014, situándolo en un rango de 101 entre 187 países del mundo, de acuerdo al Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2015 del Programa de las Naciones Unidas (PNUD). Con una tasa de pobreza de 32.1 % y de pobreza extrema de 5.8 %, según este mismo informe.

Arlyn Abreu

Comunicadora social