En los años que siguieron y ya con algunas vías de comunicación construidas, como la que unía a Santo Domingo con Santiago, se organizaron torneos donde prevalecía la desorganización y el fanatismo, como reflejo del atraso de la sociedad dominicana.

En 1923 por primera vez participaron en un certamen un equipo de Santiago y otro de San Pedro de Macorís, por lo que puede reconocerse ese torneo como nacional, aunque todos los juegos se efectuaron en la ciudad capital. Así, el equipo de Santiago tenía que viajar cada vez que le tocaba jugar contra cualquiera de los otros tres conjuntos. El torneo no finalizó debido al retiro del Escogido por la decisión del jurado de apelaciones, que anuló un juego ganado por estos al Licey.

Al concluir las acciones sin agotar el calendario, que había sido reformado por el retiro prematuro de San Pedro de Macorís, las posiciones de los equipos eran: Escogido en la primera posición con marca de 13-4, Licey segundo con 12-5, Santiago tenía 5-13 y los petromacorisanos 1-9. Entre el incidente que provocó la protesta azul, el fallo del comité de apelación y la decisión de retiro definitivo de los rojos transcurrió más de un mes. El torneo se había iniciado el 22 de abril y la fecha del colapso fue el 15 de agosto; es decir, pasaron casi cuatro meses para que se jugaran unos treinta juegos en total.

En ese año por primera vez jugadores dominicanos fueron solicitados para jugar en el exterior en calidad de refuerzos. El estelar lanzador Baldomero Ureña fue el primero en salir hacia Ponce, seguido luego de Ninín Rodríguez, Ernesto Sánchez, Mateo de la Rosa y Guaguá Vargas. Así se inició la exportación de recursos humanos dominicanos hacia el béisbol foráneo, que tanto brillo ha dado a la nación. En esa exportación se incluyó a un joven de apenas 17 años llamado Juan Esteban Vargas Marcano, mejor conocido por el apodo de Tetelo, para jugar con el Humacao de la vecina isla. Este se convertiría con el pasar de los años en uno de los mejores peloteros que ha producido la América hispana en todos los tiempos.

En 1924 se inició la desocupación de los Estados Unidos y se produjo la toma de posesión de Horacio Vásquez como presidente de la República, lo que muchos historiadores concuerdan en llamar el advenimiento de la Tercera República. No obstante, las precariedades sociales y económicas prevalecían, así como la falta de una visión amplia de lo que significa el béisbol en su combinación de deporte y espectáculo que exige un mínimo de condiciones para poder acceder al mercado. Esto no permitía la organización de torneos bien estructurados y se volvió a celebrar otra vez un campeonato que en realidad era una serie entre Licey y Escogido. Fue ganada por los primeros.

Luego de este año, el deporte de los bates y las bolas cayó en un dilatado letargo donde solo se efectuaron serie esporádicas, tanto en Santo Domingo como en el interior. Sin embargo, la maquinaria de producir atletas con un talento especial para convertirse en estrellas de este deporte se mantenía en funcionamiento. En Santo Domingo, el centro del Cibao y otros lugares de la isla surgían jugadores de calidad que emigraban a los países vecinos, como respuesta a ofertas que para la época se pueden clasificar de deslumbrantes.

Tomado del libro ¡Nos vemos en el play! Béisbol y Cultura en la República dominicana, del ensayista Tony Piña