El término emergente, aunque proviene de emergencia, que alude a la acción y efecto de brotar, aparecer, tiene en nuestro medio artístico varias tonalidades.

Desde artistas que emergen con nuevas narrativas, hasta discursos de artistas con una larga trayectoria que se renuevan y se proclaman inéditos. Hemos, como bien plantea Gerardo Mosquera, “dejado atrás los tiempos de los ismos y los manifiestos”.17 Así pues, el discurso de la pintura, o de los artistas que hacen pintura, se engrosa con referentes muy personales y hasta desafiantes de ciertas normas culturales que atañen al medio. Como el mismo Mosquera planteara, otros elementos comienzan a desempeñar un papel esencial en estos discursos: antropofagia, transculturación, apropiación y resignificación, recursos que estaban propuestos a veces muy tímidamente en el pasado y ahora toman un gran vigor. Artistas como Citlally Miranda, Gustavo Peña y Hulda Guzmán contribuyen a esta permutación.

Las piezas Toda la verdad, de Sayuri Guzmán, y la potente Estructura completa, de David Pérez Karmadavis, nos muestran la posibilidad que tiene el arte contemporáneo y la cultura en general de visualizar, cuestionar y actuar críticamente sobre problemáticas acuciantes. Lo que a otras parcelas de estudio e investigación les cuesta muchas palabras y estadísticas mostrar, si es que lo logran, a estas piezas les toma cinco minutos de visualización hacerlo comprender. Igual ocurre en la cinematografía, donde Laura Guzmán e Israel Cárdenas muestran en Jean Gentil un segmento de la azarosa vida de Jean Remy Gentil, un inmigrante haitiano en territorio dominicano. Más que las cuitas del personaje –real por demás–, la película ahondó con eficacia en las problemáticas humanas del movimiento, la migración y el desarraigo, gracias a la maravillosa fotografía, dirección y manejo de los escenarios.

Las posibilidades de análisis y lectura de la contemporaneidad artística dominicana son múltiples. Las aristas para este análisis son tan variadas como espectadores puedan existir para consumir estas propuestas visuales. Es un conjunto de obras sui generis y en constante crecimiento, que permite su conocimiento desde múltiples perspectivas. Las condiciones y características de su crecimiento y el propio hecho de ser un “trabajo en proceso” les confiere esa riqueza y sinnúmero de posibilidades de acercamiento. Su conocimiento y estudio nos plantea muchas reflexiones en torno a las vías por las que ha transitado la creación artística nacional, los contextos que generaron estas respuestas plásticas particulares y el conjunto de hombres y mujeres que generaron estos lenguajes y discursos.

Tomado del Libro Trenzando una Historia en Curso, Arte dominicano contemporáneo en el contexto del Caribe

Michele Dalmace, Crítica e investigadora de arte.
Catedrática de la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos