La exposición Manglares, bohíos y cemíes: Tesoros del Arte Taíno en el Museo de Antioquia, en la hermosa, artística, alboreada y culturalmente activa ciudad de Medellín, en Colombia, fue ocasión para que aprendamos mucho de este intercambio cultural, de sus gentes y de su cultura.

De ahí lo de dialógico, pues también, como contraparte, llevamos una mirada de la cultura taína a esta población que si bien tiene pueblos originarios aun presentes en su sociedad, nuestra muestra museográfica permitió establecer vínculos comunicativos, semejanzas entre los pueblos, cercanías y préstamos importantes entre estas culturas, siendo la cultura taína, una proyección en el tiempo.

Saber que la yuca tuvo sus orígenes en el Río Magdalena de Colombia hace cerca de mil años, sirve para potenciar estos vínculos, pero también cómo se proyectan estas culturas vivas colombianas en el mundo moderno y cómo pervive la taína en nuestra sociedad dominicana de hoy. Esto era parte del reto expositivo logrado bajo un concepto museológico que articuló puentes dialógicos desde los ámbitos concebidos como contextos, en una exposición itinerante que ya el Centro León ha tenido la oportunidad de mostrar en España, y que siguió su itinerancia en el Museo de Antioquía con éxitos extraordinarios de públicos, comentarios e impresiones acerca de qué cosa es ese tesoro taíno.

Naturalmente el tesoro no es solamente estético y de calidad museográfica de las piezas, sino también lo complejo de su estructura social y mental traducido en su creación material, la finura de su cerámica, la configuración y complejidad de algunas de sus piezas, la respuesta de ese complejo proceso creativo a distintos momentos de su cotidianidad, y por supuesto, la prioridad de dos entes constitutivos de la cosmogonía taína: la estética, presente en sus incisos de variados formatos, tanto geométricos, lineales, abstractos, como zooantropomorfos, como la ritualidad que define su materialidad social y mental: poder político, vida doméstica, producción, labranza, divertimento, mitología, cosmología y sacralidad.

Estos componentes estructurales y contextuales de la exposición, hicieron metástasis en un público que conocía poco de estas expresiones culturales caribeñas y que, al dialogar con sus distintas salas, sobre todo la relativa al barro, en el museo de Antioquia (toda una sala dedicada al barro como ente nucleador de la sociedad aborigen colombiana), permitió que entre ambas exposiciones, se comunicaran saberes, experiencias, historias comunes, particularidades y un pasado compartido entre resistencia, etnocidio y supervivencia.

Manglar, bohíos y cemíes: Tesoros del Arte Taíno, es una rica experiencia de cómo las culturas hermanan los pueblos, acerca las instituciones y comunica lenguajes de solidaridad, conocimientos, perspectivas y enfoques que contribuyen a irradiar un mensaje de compromiso con las identidades, los patrimonios y el respeto por estas manifestaciones culturales, su memoria social y sus portadores.

A partir de lo vivido en Medellín, Colombia, podemos ver cómo se logra relacionar esfuerzos, profesionalidad, calidad e impacto en los públicos con un proyecto compartido, dialogado, consensuado y producido en equipo con el único interés de contribuir a construir nuevas percepciones a través del arte y la cultura entre pueblo. Esta estancia permitió que la delegación del Centro León encabezada por su directora María Amalia León de Jorge conociera, además de toda la chispa cultural que se mueve en la ciudad y en sus museos, proyectos urbanos comunitarios, arte público, estrategias de desarrollo de la ciudad y políticas de intervención municipales para transformar la ciudad en destino cultural y turístico y mitigar por igual el estado de pobreza y marginalidad de muchos de sus pobladores, llevándoles obras de infraestructuras y programas de integración, que contribuya con su articulación social.

La respuesta de los públicos, el programa de actividades que le acompañaría y las políticas de promoción y divulgación de este esfuerzo expositivo, quedó como una valiosa retroalimentación para nutrir otros esfuerzos y alimentarnos de estas vivencias.

Finalmente, sorprendidos por la manera cómo el público se detenía a interiorizar la exposición, a conocer esa historia contada con recursos museográficos variados, nos hizo pensar que los museos son nuevos paradigmas en la búsqueda de alternativas formativas y exploratorias hacia senderos de conocimientos e investigación. Todavía tres horas después, el público se encontraba con la exposición, se detenía a pensarla, la repasaba como lección y finalmente cada quien alimentaba sus sabias venas, con aquellas informaciones que mayor impresión le dejaba.

Nosotros de nuestro lado, atónitos por tan especial manera de apropiación, solo nos quedaba el asombro y la sorpresa de tan especial encuentro y del deleite alcanzado con este proyecto expositivo.

Carlos Andújar

Coordinador de Cultura