Uno de los valores de la Colección Eduardo León Jimenes de Artes Visuales reside en el espacio cronológico que cubre: las últimas seis décadas de las artes visuales dominicanas. Y en consecuencia refleja, si no la mayoría, una buena parte de los temas que ocupan a los artistas visuales dominicanos Basta con recorrer la exposición Génesis y Trayectoria para percibir buena parte de estas temáticas, evidentes en las técnicas, los soportes, personajes/paisajes y colores aplicados en las obras.

Para ver la maternidad en las artes visuales dominicanas nos valdremos de tres piezas en distintas técnicas (pintura, dibujo y escultura) correspondientes a la colección citada. Fernando Peña Defilló, Luis Alberto Checo Muñoz y Virgilio Méndez ofrecen cada uno su propia perspectiva de la figura materna humana.

En La madre y el reo. 1970, Fernando Peña Defilló (Santo Domingo, 1928- Jarabacoa, 2016) destaca a los personajes en el centro de la pieza. Por el título de la obra, podemos identificar que se trata de una madre y su hijo, en condición de reo. Solo el nombre de la obra aporta una lectura interesante, planteada por Peña Defilló: la condición de madre trasciende la situación del hijo, ella sigue siendo madre a pesar de que su vástago esté en prisión. La posición de las figuras humanas y el círculo amarillo que los rodea hacen referencia a los retratos marianos de la tradición católica. La rugosidad que resulta de la arena aplicada sobre el soporte, aumenta el dramatismo de la escena, sobre todo en la mirada de la madre.

El concepto de fertilidad, aunque trasciende el género en las especies, suele estar muy vinculado al sexo femenino. La escultura en cerámica Altar para la fertilidad. 1996, de Luis Alberto Checo Muñoz, (Manzanillo, Montecristi, 1969) muestra dos formas redondeadas sobre las que se desborda una barca o media luna: el líquido verde representa el agua, según la descripción de la pieza. Las dos figuras que sostienen la barca sobre sus cabezas se encuentran una frente a la otra, aunque el gran volumen inferior las vuelva una. Esta unión refleja el resultado propio de la reproducción biológica, dos que se vuelven uno.

Otro aspecto de la maternidad que ha marcado la historia es la migración y el mestizaje. Virgilio Méndez (Santo Domingo, 1941) dibujó a Yelidá. 1971, cuyo título guarda directa relación con el poema homónimo escrito por Tomás Hernández Franco en 1942. En el texto, Yelidá es el fruto de la unión entre Erick el muchacho noruego y madam Suquí. Algunos elementos que marcan esta relación entre texto e imagen son el gato, el ángel y las aves. La muchacha del dibujo está embarazada, así que podemos deducir que se trata de madam Suquí. Méndez se vale de esta referencia literaria para abordar la mezcla doble: en la unión de Erick y madam Suquí no solo se vuelven uno en Yelidá a partir de su género, sino también de su cultura. Mientras el rubio noruego representa el continente europeo y la denominada raza blanca, la negra haitiana es prototipo de la negra americana, producto a su vez de otro mestizaje anterior, el originado por el descubrimiento de América.

Daniela Cruz Gil

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